domingo, 27 de enero de 2008

Capítulo XVIII

Capítulo XVIII


Frente a él se hallaba un gran castillo de piedra caliza adornado con exquisitos vitrales, que lo hacían parecer haber sido creado con el cristal más fino y brillante del mundo entero. Era alto e imponente, que destellaba en la oscuridad de una forma casi mágica. Pero parecía completamente abandonado, aunque la luz de la estrella brillaba más que nunca. Harry comenzó a andar lenta y pesadamente. Caminó hasta detenerse frente a una gran reja de metal negra. Las ramas que rodeaban los barrotes hacían pensar en secos brazos de personas atrapados para toda la eternidad. Con su varita, abrió aquel portón, el cual rechinó en la oscuridad con un eco. Repentinamente, la luz de la estrella se apagó y todo quedó en penumbras. Harry elevó un poco su varita y pronunció quedamente: Lumus. Y una tenue luz apareció ante él. Atravesó el portón y ando despacio por aquella senda de mármol cubierta de hojas secas. Grandes zarzas crecían a su alrededor, cubriendo la vera del camino, empedrado y solitario, formando como un gran laberinto más allá de la vista. Caminó hasta tener ante él unas elegantes puertas de madera, finamente talladas con figuras llenas de desesperación. Había llegado a la entrada del castillo de cristal.
Un eco resonó en su corazón acerca de algo que lo aguardaba en el interior de aquel castillo, pero también la sensación de ser vigilado por la espalda se encendió dentro de él. Con su mano derecha empuñó más fuerte su varita, y con su izquierda tomó la pesada aldaba de hierro y la hizo sonar en la oscuridad, con un eco triste y distante. << 'Tum – tum – tum' >>. Nada ocurrió. Una brisa fría recorrió su cuerpo, como la presencia de alguien que lo asecha. Llamó de nuevo << 'Tum – tum – tum' >> y de nuevo nada pasó. Miró a sus espaldas, pues el presentimiento de ser más que observado se aguzaba a cada minuto. Tomó la aldaba una tercera vez pero, antes de dejarla caer y hacer cualquier ruido, el picaporte del interior giró y se entreabrió la puerta. Una nueva corriente de aire le golpeó la cara con sutileza, pero no era un viento agradable, sino más bien, un murmullo helado de angustia y muerte.
Con paso firme, Harry abrió la puerta de par en par. Su varita iluminando el camino delante de él. Un enorme y elegante pasillo lo condujo al interior de una amplia sala, donde un trono de mármol se alzaba por sobre el suelo. Todo en callada oscuridad, parecía estar completamente solo hasta que…
- Bienvenido a mi castillo. – Se escuchó una voz de mujer tras él, amplificada por las paredes oscuras de piedra caliza.
Lentamente Harry se volvió. En la gran puerta del salón se encontraba una mujer alta y esbelta, de largos cabellos oscuros y ojos grises como fríos copos de hielo. Un vestido largo de color negro terciopelo adornaba su entallada figura. En su mano derecha traía un báculo hecho de marfil con un enorme rubí en un extremo, exquisitamente tallado con la figura de una manzana. Con el tronar de sus dedos, cientos de velas se encendieron a su alrededor, iluminando magistralmente la sala. Ya con la luz, Harry pudo distinguir aún más su rostro, blanco y fino, frío y cruel, con un malévola sonrisa que dibujaban sus delicados labios rojos.
- Te estaba esperando… Istar – dijo con voz queda, observando a Harry como si fuera una niña curiosa que explora lo encontrado.
Harry se limitó a observarla con detenimiento, sin atreverse a perderla de la vista y del alcance de su varita.
- No tienes porqué ser tan receloso, aún no pienso hacerte nada – dijo ella, como adivinando su pensamiento.
- ¿Sabes a qué he venido?
- Claro que lo sé… y tienen razón todos aquellos que te dijeron que yo sería la única que te podría ayudar. Pero sabes, yo no ayudo a nadie a menos que reciba algo a cambio.
- ¿Qué quieres de mí?
- Qué curioso, eso es precisamente lo que quiero… a ti.
- ¿A mí?
- Sí. Finalmente he encontrado aun ser que puede ser el compañero que necesito. Tus poderes van más allá de lo imaginable, nuestra descendencia sería poderosa. Y tú gobernarías como rey a este mundo.
- Es una pena – replicó Harry – porque yo no soy ningún objeto que le pueda pertenecer a alguien y, en caso que decidiera entregarme por voluntad propia, no sería a ti a quien me entregaría, sino a la persona que habite en mi corazón.
- Ja. Ni siquiera tú sabes quien habita tu corazón, Istar – contestó Mebd con una malévola sonrisa. – Crees que la nieta de Cathba es ahora la dueña de tu corazón pero, por las noches, en tus sueños, aquella mujer te hace olvidarla por completo… Así que, dime, ¿Cuál de las dos es la verdadera habitante de tu corazón?
Harry no dijo nada, pues en eso Mebd tenía razón, aunque no sabía como ella lo sabía. Pero no se dejaría manipular ni engañar por ella tan fácilmente.
- ¡No trates de confundirme con tus palabras, hechicera…! - exclamó Harry, apuntándola con su varita. Mebd sonrió aún más.
- Eres sagaz y astuto, Istar… pero tu mirada no me engaña. Puedo ver detrás del brillo de tus ojos verdes un fuego que te quema el interior, buscando la respuesta a tu sentir. Deseas con todas tus fuerza encontrar el significado de tus sueños y pesadillas, deseas entender por qué, a pesar de querer estar con aquella chiquilla, tu corazón te traiciona y piensas en otra. – Mebd se acercó a Harry, que se había quedado estático ante aquellas palabras. – La amas… y no entiendes porqué –le dijo al oído.
El Joven Istar intentó en vano que aquellas palabras se escurrieran de él como el agua que resbala, pues sintió como una herida en su alma reconocer que aquella bruja tenía razón. Mebd pronunció aún más su sonrisa malévola al darse cuenta que le había afectado.
- Tu corazón está confundido, lo entiendo. Por eso has venido a mí, por ayuda. – dijo Mebd quedamente en su oído, como entendiendo sus pensamientos de dolor y brindándole apoyo, ya que sabía que él estaba sufriendo. Pero lo que no sabía ella era que el Istar aún podía guardar un poco de control sobre su corazón.
- Tienes razón, hechicera… no sé quien habita de verdad mi corazón – respondió Harry. Entonces la miró de frente, a solo un palmo de su rostro, y le dijo – Tan solo sé que no eres tú. Así que, si por ayudarme quieres retenerme, tu petición no la puedo ni la he de cumplir. Será mejor que pienses en otra cosa, ya que la única manera de mantenerme contigo es muerto.
- ¡Entonces muerto será! – gritó Mebd, que se había ofendido por la palabras de Harry.
Con un rápido movimiento alzó su báculo y dirigió al joven mago una ráfaga de viento fuerte, con su mano hizo colapsar los grandes ventanales del salón, haciendo que los vidrios se quebraran escandalosamente y volaran hacia el Istar. Harry, que había previsto una reacción así, se cubrió el rostro con su mano izquierda, mientras que la derecha aferraba su varita, apuntando hacia los miles de trozos de cristal que volaban hacia él, formando un campo de energía que los desintegraba al pasar hasta convertirlos en polvo. Durante sus entrenamientos con el viejo Cathba, Harry aprendió a dominar la magia de tal forma, que incluso sin necesidad de varita podría formular conjuros, así fue que, recurriendo a aquel antiguo arte y una vez que los vidrios casi se extinguían ante él, alzó su mano izquierda que lo protegía, y de ella salió un rayó de luz dorada que dio directamente en el pecho de Mebd. La hechicera se tambaleó y cayó de rodillas, apoyándose en su báculo para no caer totalmente.
- Sabes acechar como los lobos más salvajes que he conocido, atacando en el momento preciso – dijo un tanto jadeante, levantando la mirada para clavarla en sus ojos, que ahora la miraban con más intensidad, cautela y furia que antes. - Y esa mirada tuya – agregó la bruja ante aquella mirada – intimida como la de ellos.
- No me digas que yo te intimido – exclamó Harry, – porque ambos sabemos que eso no es cierto.
- Tienes razón – dijo irguiéndose cuan alta era, – a mí no me intimidas con tus ojos de lobo salvaje, ya que yo hago a esos seguir mis órdenes con miedo al dolor y la muerte… y ellos obedecen.
- Pero solo una bruja traicionera ataca como tú la has hecho.
- Yo jamás dije que no te atacaría. Has sido tú quien entró a mis dominios. Y eres tú quien busca de mi ayuda. Yo te la ofrezco, pero como dije, quiero algo a cambio.
- Y yo te dije que lo que quieres no lo vas a tener. A menos que cambies tu petición, pasaremos mucho tiempo aquí.
- Arreglaremos esto de una u otra forma, Istar. ¿Que te parece… un duelo? Con espada o con varita, tú eliges.
- Somos magos, ¿no? Lo más correcto es que sea de magia.
- Como gustes – dijo Mebd – Yo soy hábil con las armas, pero lo soy aún más con mi varita. Espero que no te arrepientas de lo que has escogido.
Harry no dijo nada, tan solo la miró a los ojos desafiándola. A Mebd le extasiaba aquella mirada. La bruja se deshizo de su báculo y en su lugar sacó de entre los pliegues de su ropa una fina y delgada varita de color blanco, que más parecía de marfil que de madera.
- ¿Qué si yo gano? – exclamó Harry de repente.
- Te daré lo que quieres: regresar a tu mundo para recuperar tú pasado… sin pagarme nada a cambio. Pero… - Harry la miró por un instante, temiendo su nueva petición. – Si yo gano, te quedarás conmigo… para siempre.
Harry dibujo una extraña sonrisa en sus labios.
- Sabías desde un principio que esto sería así, pues lo que me pediste nos obligaba a resolverlo de esta manera.
Mabd soltó una sonora carcajada.
- Tienes razón, mi joven mago. Sabía que no accederías a lo que yo quería, pero mantenía la esperanza de que recapacitaras y aceptaras mi oferta. Después de todo, deseo tenerte conmigo vivo y en una sola pieza.
Harry sonrió aún más y levantó su varita, poniéndose en guardia.
- Cuando gustes… Mebd.
La bruja le devolvió la sonrisa. Con una suave estocada, de la varita de marfil salió un chorro de luz plateada directo al Istar, pero éste logró esquivarlo y con su varita contraatacó lanzando un rayo púrpura. Mebd lo desvió con su mano izquierda, dando tiempo al Istar de lanzar un nuevo conjuro con su mano libre ‘harna hroa’, y Mabd no logró esquivarlo, recibiendo el impacto del rayo en su brazo derecho. La bruja soltó un grito de dolor y su varita salió por los aires. Harry exclamó ‘Accio’, a la varita, pero fue descuidado, porque en ese momento Mabd alzó de nuevo su mano izquierda y dijo ‘lanta mornië’, y todo quedó sumido en la oscuridad. Un nuevo chorro de luz plateada se dirigió a Harry, que no veía nada por la penetrante oscuridad que había caído en el salón, pero logró escuchar el murmullo de Mebd que clama ya por su victoria. Pero la suerte aquella noche estaría de lado del joven Istar, ya que ese rayo no le dio en la cara por centímetros, pero sí lo alertó de la posición de la hechicera. Cerrando sus ojos se puso de pie en dirección a ella, levantó ambas manos y pronunció ‘árë’, y la sala se iluminó tanto como si un nuevo sol entrara desde el techo. Describiendo círculos con su varita un campo de energía apareció a su alrededor.
- Veo que conoces más de la magia antigua de lo que yo me imaginaba – dijo Mebd – Pero aún así no me has derrotado.
Entonces, recuperando su varita, lanzó repetidos rayos de luz, pero todos chocaron ante el campo de energía que protegía a Harry.
- ¡No lograrás mantener por mucho más tiempo ese escudo!
Gritó Mebd mientras continuaba con los rayos hacia él. Harry, con su rostro contorsionado por el esfuerzo de realizar semejante magia, ya había ideado un plan para atacar cuando el escudo se desvaneciera.
Finalmente, el último rayo rompió el escudo y Mebd sonrió, pero Harry también, al levantar su varita y gritar ¡EXPELLIARMUS! La hechicera apenas y se sorprendió un poco cuando un rayo de luz roja le pegó directo en el pecho y la hizo volar hacia atrás con tal fuerza que resquebrajó el muro contra el que chocó. Su varita salió nuevamente de sus manos y fue a caer en la de Harry. La incesante luz de la sala se había extinguido y ahora solo eran las velas las que iluminaban. Mebd se levantó con dificultad y contempló a Harry. Sus ojos llenos de sorpresa y furia, además de satisfacción y agrado. Ella reconoció qua había perdido. Con todo su poder no fue capaz de derrotar al Istar. Mebd, la Gran Hechicera, sonrió ante su adversario, mientras se ponía de nuevo de pie.
- Me has vencido – dijo al fin. – Jamás lo hubiera creído posible, pero eres tú y no me equivocaba al elegirte como compañero.
- Cumple tu promesa – dijo Harry.
La bruja lo miró detenidamente por un largo rato, luego dijo.
- Para recuperar lo que te ha sido quitado debes encontrar al más grande mago de tu época. El único a quién tu enemigo ha temido siempre, aparte de ti, y que tiene el conocimiento de tu vida entera. Debes encontrar a Dumbledor.
- ¿Dumbledor?
- Así es.
- ¿Cómo lo encuentro?
- Yo puedo llevarte hasta tu mundo y es mucho pedir, pero no esperes que haga todo por ti.
- ¿Cómo llegaré a mi mundo, entonces?
Mebd sonrió de nuevo. Sin decir una palabra, alzó sus manos por sobre su cabeza describiendo extrañas figuras. Una lejana música comenzó a resonar en los oídos de Harry; fuerte, estruendosa y poderosa. Entonces la hechicera pronunció, como una melodía distante, las siguientes palabras:

“Safely away from the world
In a dream, timeless domain
A child, dreamy eyed,
Mother's mirror, father's pride”

(A salvo lejos del mundo
En un sueño, dominio sin tiempo
Un niño, de ojos misteriosos,
Reflejo de la madre, orgullo del padre)

Y, como un eco resonando en su cabeza, Harry pronunció, como en un sueño, la contestación:

“I wish I could come back to you
Once again feel the rain
Falling inside me
Cleaning all that I've become”

“My home is far but the rest it lies so close
With my long lost love under the black rose
You told I had the eyes of a wolf
Search them and find the beauty of the beast”

(Deseo poder regresar contigo
Una vez más sentir la lluvia
Cayendo dentro de mí
Limpiando todo en lo que me he convertido)

(Mi hogar está lejos pero el resto yace tan cerca
Con mi gran amor perdido bajo la rosa negra
Tú me dijiste que tenía los ojos de un lobo
Búscalos y encuentra la belleza de la bestia)


Mebd detuvo sus manos frente a ella, formando entre ellas un círculo de luz y energía. Clavó la vista fijamente en el Istar. Sus ojos ya no eran grises y fríos, sino de un color negro, profundo y brillante. Su voz resonó en todo el palacio como el eco del tiempo.

“Beware the beast but enjoy the feast he offers”
(Teme a la bestia pero disfruta el banquete que ofrece)

El círculo de luz se extendió por toda la habitación, cegándolo. Todo desapareció a su alrededor. Cuando se dio cuenta, ya se encontraba en otra habitación, un salón grande, de techo tan alto que no se distinguía, las paredes que lo rodeaban eran del más fino marfil, y al final del recinto, una puerta labrada en madera que Harry supo de inmediato, daba hacia el bosque. Un vago recuerdo, como un fugaz destello ante sus ojos, aquella puerta apareció, y recordó por primera vez, como su mano había girado aquel picaporte de reluciente cobre y él mismo había abandonado el lugar, sin mirar nunca para atrás. Al instante se volvió para ver aquello que nunca había visto en esa habitación, aquello de lo cual huía. Ahora, frente a él, un enorme arco de piedra caliza tallado se erguía imponente, de él colgaba una fina seda que ondeaba al viento, pero no había viento que la ondeara. Harry se acercó al arco con deseos de tocarlo. Unas voces lejanas parecían llamarlo desde el otro lado. Sus ecos distantes e incomprensibles le hacían sentir nostalgia, la misma nostalgia que en sus sueños despertaba.
- El Gran Portal de Morannon.
La voz de Mebd se escuchó a sus espaldas. Harry se volvió hacia ella y la miró a los ojos.
- Aquí… - continuó la bruja señalando la habitación y el gran arco – fue donde por primera vez apareciste. Por donde llegaste a este mundo.
- ¿Y por aquí he de regresar? – preguntó Harry.
- No, - respondió Mebd – ya que esta no es la habitación de la luz, así que tu acto incantatem no te servirá. No podrás atravesar el arco.
- ¿Mi qué?
- Veo que lo olvidaste también. ‘Acto Incantatem’, el hechizo para proteger el alma, evitar que la muerte la tome y se la lleve. Solamente las Ancestrales Hechiceras de Ynisvitrin lo conocen, así que de ellas debiste aprenderlo, al igual que el viejo Cathba Naráva. ¿Sabías que él perteneció a tu mundo e intentó regresar también?
- Sí.
- Pero no sabes la mejor parte.
- ¿Cuál?
- Ese gran hechicero fue más poderoso en tu mundo de lo que alguna vez fue aquí. Murió y renació, y volvió a morir y volvió a renacer. Pero finalmente, de esta muerte ya no podrá regresar jamás. Mucho tiempo quise quitármelo de encima, pero no lo lograba. Él fue el culpable de que yo no pueda salir de este mundo y regresar al que pertenezco. Aún creo que ni el mismo lo entendía cuando rondaba por estos lugares, pues, como tú, había olvidado muchas cosas de su pasado. Pero eso ya es historia. Tú y yo hicimos un pacto y voy a cumplirlo.
Con su largo dedo tocó la frente de Harry justo en su cicatriz
- Recuerda, solo cuando encuentres a Dumbledor conocerás realmente tu pasado. – le dijo Medb antes de pronunciar un nuevo canto.

“Home is where the way is
You road goes on forever
One more voyage to go”

“Dead to the world… Alive for the journey
One night I dreamt a white rose withering,
A newborn drowning a lifetime loneliness.
I dreamt all your future… Relived your past”

“Gone back in time to find your life…”

(Hogar es donde el camino está
Tú camino sigue para siempre
Un viaje más que andar)

(Muerto para el mundo… Vivo para el viaje
Una noche soñé una blanca rosa marchitándose,
Un recién nacido ahogando una vida entera de soledad.
Soñé todo tu futuro… Alivié tu pasado)

(Vuelve en el tiempo para encontrar tu vida…”)


Todo desapareció de nuevo a su alrededor. Sintió como el piso se desvanecía bajo sus pies y comenzó a caer y caer en el vacío oscuro. Sin poder abrir sus ojos, aferrando fuerte su varita, hizo contacto con el suelo. No fue una fuerte caída, pareció más un largo salto. Antes de abrir sus ojos sintió un viento frío acariciarle el rostro, y se dio cuenta que era de noche, pues una gran oscuridad penetraba aún a través de sus párpados cerrados. Lentamente abrió los ojos y contempló un camino ante él. Miró a lo lejos entre las sombras valle abajo y supo que había vuelto.

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