domingo, 27 de enero de 2008

Capítulo XIV

Capítulo XIV


Una hermosa doncella caminaba por el bosque nevado hasta llegar al borde de un río, se sentó recargada en el tronco de un gran y viejo árbol de ramas desnudas, mientras su corazón suspiraba las últimas palabras que le dijo a su amor unos meses atrás, justo antes de su partida: "Te amo, Harry, pero ya no esperaré por siempre". Suspiró profundamente y sus ojos brillaron como el hielo que recubría las aguas frente a ella.
- Puedo esperarte toda una vida, y seguiré siendo muy joven para ti, Harry Potter, pero aún así te amo y… te necesito. - dijo al viento.

Oh ohh ohh ohh…
Cómo quieres que me aclare,
Si aún soy demasiado joven para entender lo que siento,
Pero no para jurarle al mismísimo ángel negro,
Que si rompe la distancia que ahora mismo nos separa,
Volveré para adorarle, le daría hasta mi alma
Si trajera tu presencia a esta noche que no acaba.

Te necesito, como a la luz del sol,
En este invierno frío, Pa' darme tu calor.

En un lugar, muy lejos de ahí, un alma solitaria caminaba sin rumbo fijo. El Joven Istar viajaba por el mundo, ahora con ella en su pensamiento, sintiendo una gran tristeza por no decirle adiós y por no reconocer su gran amor. Escuchó de pronto en el viento el susurro de su voz, y en su corazón el canto de amor que profesaba en secreto, y él no pudo evitar reconocer cuanto la quería… y cuanto la necesitaba:

Oh ohh ohh ohh
Como quieres que te olvide,
Si tu nombre está en el aire y sopla entre mis recuerdos.

Si ya sé que no eres libre, si ya sé que yo no debo,
Retenerte en mi memoria.
Así es como yo contemplo…

Mi tormenta de tormento,
Así es como yo te quiero.

Dúo:
Te necesito, como a la luz del sol,
En este invierno frío, Pa' darme tu calor.
Te necesito, como a la luz del sol,
Tus ojos, el abismo donde muere mi razón...

Oh ohh ohh ohh

Cómo quieres que me aclare
Oh ohh amor
Cómo quieres que te olvide…

Te necesito, como a la luz del sol,
En este invierno frío Pa' darme tu calor.
Te necesito, como a la luz del sol,
Tus ojos, el abismo donde muere mi razón...
Oh ohh ohh ohh
Te necesito… Te necesito… Te necesito…
Te necesito… Te necesito… Te necesito…

………

Maestro!
Aprendiz!
Corazón fuerte, 7° Buscador.
Guerrero!
Discípulo!
En él el Maestro Hechicero…


El tiempo ha ido transcurriendo, los días se convirtieron en semanas, las semanas en meses y los meses en años, y aún continuaba soñando cada noche con ella, pensando 'ya no es una niña y la amo'.

-¡Que bello día!, - exclamó Alicia una fresca mañana de primavera - ¿no lo crees, Istar? – preguntó a Harry, pero él no respondió, continuaba sentado frente a la fogata casi extinta. - ¿Te quedaste despierto toda la noche?
Seguía sin contestar.
- Piensas en ella, ¿no es cierto?
Por primera vez Harry volteó.
- ¿Cuántos años han pasado?, - preguntó Alicia - ¿cinco?
- Sí creo que son 5. - respondió Kobe un pequeño y joven elfo que se les había unido en el camino - ¿cinco años desde que paso qué?
- ¡Ay, que tonto eres!, desde que la vio por última vez.
- Es cierto… ¿A quien?
- Pues a quien va ser, a la nieta del viejo Cathba, a Vána.
- Pues claro, el viejo Cathba, ¿Quién es el viejo Cathba?
- Fue el maestro del Istar. De veras que nunca pones atención a lo que te digo. Desde que te rescatamos de aquellos criminales solo has hecho preguntas tontas y fastidias con tus tonterías.
- No digas eso, ustedes me salvaron, lo menos que podía hacer era devolverles el favor ayudándolos en su búsqueda.
- Pues no has ayudado mucho, solo molestas cuando no dejas de hablar.
- Mira quien habla – dijo Harry aún mirando la fogata – ahora ya te sientes como yo desde que te conocí.
- Que gracioso, Harry – respondió Alicia, quien entendió la indirecta directa. - Por cierto, - agregó - ¿ya te has decidido ir a buscarla?
Harry tardó unos minutos antes de responder.
- Aún no, no creo tener el valor de enfrentarla.
- ¿Por qué?, si no le has hecho nada.
- Fueron dos veces las que me fui sin despedirme. Y también fueron dos veces las que la rechacé. No creo que quiera verme, no puedo llegar ahora a su vida para decirle que la… - calló, inseguro - Seguramente ya me ha olvidado.
- Pero, si no te olvidó en dos años…
- Pero ahora son cinco años, mucho tiempo. En estos momentos debe ser una hermosa mujer, llena de vida. Estoy seguro que habrá cientos de hombres luchando tan solo por obtener una mirada suya.
- Tal vez, pero ella no los mira a ellos, te mira a ti… te ama a ti.
Harry solo suspiró.

*

Ya había llegado el otoño una vez más. Aquel era un día gris y lluvioso que se asomaba por fuera la cabaña donde se refugiaban. Dentro, Alicia y Kobe dormían placidamente en una alcoba. Harry permanecía junto a la ventana, observando el vacío de la noche, mientras su sombra danzarina creada por el fuego de la hoguera a sus espaldas se dibujaba en la puerta. Es su cabeza solo había cabida para un único pensamiento, Vána…

Como sopla el viento en las ventanas,
Como llueve hoy…
Como esta la calle de vacía,
Como muere el sol…
Estos días grises del otoño me ponen triste,
Y al calor del fuego de mi hoguera, te recuerdo hoy…
Te recuerdo hoy, a ti, que eres mi vida entera, la brisa de primavera, la claridad.
A ti, que sufres cuando me esperas, que miras a las estrellas y que suspiras por mí…

Estaban a escasos días de llegar nuevamente a la aldea de Utice. Harry se sentía cansado, cansado de viajar y no encontrar respuesta, cansado de no tener un lugar estable al cual llamar hogar, cansado de estar lejos de su lado.


El sol aún no salía de entre las montañas, pero sus rayos comenzaban ya a iluminar el cielo entre las grises nubes del amanecer, una mañana de Tuilë. Ya a esa temprana hora, una hermosa doncella se encontraba en la campiña, recogiendo los últimos frutos que los árboles reservaron para el final de la temporada.

Una vez llena su canasta, Vána regresó a la cabaña. Justo al encontrarse frente a la puerta de madera, la luz de la mañana la alcanzó y dibujó delante de ella una sombra, la sombra de alguien que se encontraba a sus espaldas, a unos metros de distancia. Se giró lentamente para encontrarse frente a frente con Harry Potter, el gran y único amor de su vida.
Sus ojos se cruzaron un instante, sumergiéndose cada uno en la mirada del otro. Y ella pudo distinguir en el verde de su mirada que era él, el mismo que siempre amó…

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