domingo, 27 de enero de 2008

Capítulo XI

Capítulo XI.


Era un salón oscuro con paredes de piedra caliza. La tenue luz de las antorchas en los muros apenas dibujaba ante él un gran trono de mármol puro con un respaldo alto forrado en terciopelo negro, más no lograba iluminar a la persona que se encontraba en él sentado. Nimbar permanecía en el centro del recinto, inclinado con una rodilla sobre el suelo. Parecía esperar por la sentencia de quien estaba frente a él. De pronto, una aguda y gélida voz se escuchó provenir de aquel soberbio trono y resonar entre la penumbra.

- Dime más Nimbar, cuéntame otra vez, ¿Cómo fue que pasó?
- Conoce la magia antigua, Señora, logró destruir su cuerda mágica.
- Entonces es poderosos.
- Es mucho más poderoso de lo que pensábamos, mi Señora.
- Ya veo. Al parecer el viejo Cathba le enseñó bien.
- Sí, mi Señora, es muy hábil.
- Aún así, ni todo el adiestramiento del mundo sería útil si el alumno carece del talento necesario para aprenderlo.
- Y eso significa…
- Significa que el Joven Istar guarda más poder del que aparenta, y ha comenzado a aprender a liberarlo como se debe. Ahora entiendo porqué el señor Tenebroso lo quería fuera de su camino y cómo es que no había podido eliminarlo.
- ¿El señor Tenebroso?
- Lord Voldemort.
- Nunca he escuchado de él.
- Claro que no. Solo mi gran Portal es el único paso que comunica mi mundo con el de él. Yo soy la única persona que puede hablar con él.
- Ya veo – exclamó Nimbar con un dejo de entendimiento.
Entonces la voz aguda habló nuevamente.
- Presiento que muy pronto el Joven Istar vendrá a visitarme.
- ¡NO!, - dijo Nimbar con turbación - ¡no puede mi Señora! Para un insignificante mortal es imposible llegar hasta aquí.
- Él no es un insignificante mortal.
- Tal vez no, pero es incapaz de llegar a su castillo, ni siquiera podrá entrar en su bosque.
- Oh, claro que es capaz. Tan capaz como que ya lo ha hecho antes.
- ¡¿Qué?!
- Sí, la primera vez que llegó a este lugar.
- ¿La primera vez…?
- Sí. Pero ya es hora de que regreses. Los elfos estarán disfrutando felices luego de haber ganado esta pequeña batalla, pero tienes que recordarles quien manda en este lugar.
- Sí, mi Señora. Con su permiso.
Nimbar abandonó el recinto, mientras la pobre luz que iluminaba la sala se extinguió dejando por completo la penumbra. Del suelo, frente al trono de piedra, emergió un delgado pilar que en la parte superior sostenía una esfera de cristal negro, la cual en su interior destellaba rayos de luz blanca, que de vez en vez iluminaban la oscura sala y el trono, frente a él, dibujando en la negrura los rasgos finos de un rostro femenino… su rostro. Mientras sus manos delgadas acariciaba la esfera, se escuchó en el vacío del la sala con un frío eco.
- Harry Potter…
Y en el centro del cristal apareció la figura de un joven que permanecía dormido en medio del campo frente a una fogata casi extinta.
- El famoso "niño que vivió" y que aún vive… Muy pronto Harry Potter, muy pronto serás MÍO…


-*-

El sol se asomaba entre las montañas cuando Harry abrió los ojos. Y cual fue su sorpresa al encontrar frente a él a nada más y nada menos que la persona que, según él, ya por fin había dejado atrás: Alicia.
- ¡¿Con que queriéndote escapar de MÍ?!
- ¿Qué haces aquí?
- ¿Tú que crees? ¡Aún no he salvado tu vida!, ¡NO PUEDO REGRESAR ASÍ A CASA!
- Mira, te dejé acompañarme a buscar a Wulfric porque ya no tenía más remedio, pero ahora es diferente. Lo que tengo que hacer esta vez no te incumbe y no puedes acompañarme.
- ¡Hice una promesa!, ¡NO PUEDO ROMPERLA!
- Está bien, esta bien, no grites que me fastidias. A ver, dime, ¿qué hora es?
- Son como las 7:30.
- Es tarde.
- ¿Hacia donde nos dirigimos ahora?
- Wulfric me dijo que había un mago en el norte que tal vez me pueda ayudar.
- ¿Quien?
- Su nombre es Grey.
- ¿Grey? ¿Quien es?
- Un ermitaño. ¿No que conoces a todo el mundo?
- Si es un ermitaño no se supone que alguien deba conocerlo, ¿vedad?
- Mejor cállate y recoge las cosas.
- Ay, Harry, tú siempre tan encantador y educado - dijo Alicia con sarcasmo.
- Sigue fastidiando y te dejo atada aquí.
- Esta bien, está bien, me callaré de una vez.
Harry y Alicia se embarcaron en una nueva aventura hacia el norte. Una nueva búsqueda: la memoria de Harry Potter.

-*-

Conforme avanzaba el tiempo Harry maduraba como mago, pero también como hombre. El muchacho que ocultaba una tristeza, se convertía poco a poco en un hombre, conciente del poder que iba adquiriendo.

Así pasó otro largo año, Harry en compañía de Alicia. Para decepción de Harry, ninguno de aquellos que conoció durante su camino le fue de mucha utilidad para saber como regresar al que fuera su verdadero mundo y recuperar lo que perdió, pero todos concordaban con una cosa: Mebd era la única que realmente tenía el poder de ayudarlo, siempre que no muriera en el intento de llegar a ella. Pero Harry no quería ir a aquel terrible bosque otra vez, un presentimiento le decía que no debía acercarse a ella, al menos por el momento.



Siguió pasando el tiempo, y por fin se acercaba el otoño. Entonces llegó a oídos de Harry que Cathba, uno de los más grandes maestros hechiceros, se encontraba muy enfermo, con la posibilidad de morir en cualquier momento. Harry no podía creer que el anciano pudiera morir, si se encontraba tan fuerte aún. Conforme viajaba más cerca de la aldea de Utice, los rumores se hacían cada vez más fuertes, hasta que no había otra cosa de la que se escuchara hablar por el lugar.

Finalmente, se decidió regresar. Aunque no solo la noticia de la enfermedad del viejo lo impulsaba en su deseo de volver, sino también la posibilidad de verla nuevamente y saber como estaba ella, la pequeña Vána. Hacía dos años que no sabía de ella. Le costaba admitirlo, pero tenía miedo, hasta cierto punto, de enfrentarla, luego de haberse marchado sin decirle adiós.

- He decidido algo, Alicia. - dijo Harry en una gris mañana de Tuilë.
- ¿Qué? – preguntó el hada.
- Viajaremos a la aldea de Utice. Y no pararemos hasta llegar allá.
- ¡¿Qué?!
- Necesito llegar allá lo más pronto posible.
- ¿Para que?
- Mi maestro está muy enfermo, debo verlo, saber cómo está.
- ¿Seguro que es solo eso? – inquirió Alicia con tono mordaz.
- ¿Qué quieres decir?
- Pues, ¿todavía vive con el viejo Cathba su nieta?, ¿no será que quieres verla a ella y pones a tu maestro de pretexto?
- ¿Cómo se te ocurre? – exclamó Harry con un tono muy poco convincente.
- No, yo solo pensé que…
- Pues no lo vuelvas a pensar.
Harry se puso nervioso por lo que Alicia dijo. Y, ¿si era cierto? Estaba confundido.

<< 'Resiste, maestro, espérame' >>, << 'ponto estaré contigo, mi niña' >>. Con ese pensamiento en su cabeza y deseo en su corazón, emprendió el camino de regreso.

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