domingo, 20 de enero de 2008

Capítulo X

Capítulo X.

Todos se quedaron estupefactos ante la actitud de Nimbar, nunca antes había sido visto escapar de nadie. Fue en ese momento cuando todos comprendieron lo poderoso que el Joven Istar realmente era.

Harry corrió inmediatamente hacia la jaula que Nimbar dejó en su prisa por huir.
- ¿Se encuentra bien? – preguntó al viejo que yacía dentro mientras lo ayudaba a salir de su prisión.
- Sí, mejor que nunca. – contestó el hombre con singular alegría. Su rostro se mostraba contento de salir de ahí.
- Creo que debemos regresar ya, su hija debe estar muy angustiada por usted.
- Sí. Aunque ella casi siempre está angustiada por todo. Pero dime, ¿tú quien eres?
- Mi nombre es Harry Potter, y su hija me pidió de favor que viniera a rescatarlo.
- ¿Harry Potter?, no sé porqué, pero tu nombre me parece tan conocido y familiar. Pero no importa, tú eres mi salvador, vamos a casa.
- ¡Alto!, – exclamó uno de los elfos que los acompañaban – mi Señora quiere verlos antes de partir.

Durante el camino Harry conversaba con Wulfric. El anciano resultó ser un gran conocedor, como Cathba, de la magia antigua, así que Harry intentó aprender de él como lo hizo de su maestro.

- Vaya que eres un buen mago. ¿Quién te enseñó? – comentó Wulfric.
- Mucho ya lo sabía desde… - Harry realmente no recordaba desde cuando así que mintió, o eso creía él –… niño, - finalmente respondió – pero cosas como el contra-conjuro para la soga me lo enseñó Cathba, mi maestro.
- Con que Cathba, mi viejo amigo. ¿Así que lo conoces?
- Sí. Estuve un tiempo con él.
- Tú no eres de aquí, ¿verdad?, ¿de donde vienes?
- Es algo difícil de explicar, no lo sé.
- No es difícil. En este mundo hay muchas cosas misteriosas como la magia. Tal vez fuiste presa de algún encantamiento desmemorizante.
- No lo sé, pero no lo creo. Hay cosas en mi memoria que no desaparecieron del todo. Más bien parece que solo tienen atados mis recuerdos muy dentro de mi cabeza.
- Extraño.
- Muy extraño.
- Pero aún hay opciones para que recuperes tus recuerdos. Yo podría ayudarte.
- Hemos llegado. – dijo uno de los elfos.

Desafortunadamente la plática entre Harry y Wulfric se interrumpió al tener nuevamente frente a ellos el castillo de Ninphedril, donde les esperaba una gran recepción.

- Realmente me dejaste sorprendida, Joven Istar, jamás pensé que tuvieran éxito en esta misión de tal manera. No me puedo imaginar a Nimbar huyendo de alguien que no sea Mebd. ¡Esta noche es de conmemorarse y de honrar al Gran Hechicero, Harry Potter, el Joven Istar!, ¡SALUD!
- ¡SALUD! – respondieron todos.

Pasó la noche entre festejos, siendo Alicia la más divertida de todos. Para Harry ella parecía una niña pequeña que se emocionaba con cualquier cosa, aunque ella insistía en que solo era muy alegre. A la mañana siguiente ya se preparaba su partida.
- Me da mucho gusto Wulfric que estés con bien.
- Muchas gracias mi Señora. Para mí ha sido un gran honor volver a saludarla y contemplar su gran belleza.
- Sabes que aquí eres bienvenido siempre, tú y los tuyos. Tú también Istar, siempre que necesites ayuda no dudes en acudir a mí. Wulfric es un querido amigo mío y te estoy agradecida por recuperarlo sano y salvo.
- Cuando hago una promesa no la rompo, Señora.
- Que los Valar los acompañen en su viaje de vuelta.

Finalmente se despidieron. Alicia, Wulfric y Harry iban tranquilos por el camino.
- ¿Crees que nos den otra fiesta de bienvenida?, espero que sí, ya que me gustan las fiestas. – comentó Alicia.
- No lo dudo, mi pequeña hadita. – dijo Wulfric con una amplia sonrisa.
- Tú nada más piensas en divertirte, Alicia, ¿Por qué no maduras de una vez?
- ¿Por qué mejor no te vuelves tú más alegre, amargado?
- No empieces que te dejo.
- De acuerdo, me callaré.
- Ja, ja, ja. – rió Wulfric ante las tontas discusiones entre Harry y Alicia. – sí que son bueno amigos.
- Ayer me comentaba que usted me podría ayudar para recuperar mi memoria, ¿cómo?
- Existe gente que puede hacerlo, como Mebd, pero no te sugiero que recurras a ella, ya que ni siquiera podrás llegar a su castillo, ya que se encuentra en…
- Gawthi–Tauron, lo sé.
- Cierto, en ese bosque. Solo Cathba ha logrado salir con vida de él.
- Pero, ¿Quién más puede ayudarme?
- Hay un ermitaño llamado Grey, que habita en el norte. Si lo encuentras tal vez él quiera ayudarte.
- ¡Ya llegamos, miren! – exclamó Alicia, señalando al horizonte.
Una gran multitud ya los esperaba en la entrada de la aldea. Harry vislumbró a Sara al frente de todos. En cuanto estuvieron al alcance, la chica salió corriendo hacia su padre y lo recibió con un gran y fuerte abrazo, entre lágrimas agradeció a Harry por haberlo traído de vuelta sano y salvo.
Luego de un rato comenzaron las festividades. Toda la aldea se encontraba de fiesta. Para la noche, todos se concentraron en un gran salón, bailando y disfrutando de buena comida.

Harry permaneció en la fiesta tan solo un rato, luego, discretamente se salió. Necesitaba respirar un poco de aire. Pensó que, una vez cumplida la misión, ya no tenía nada que hacer ahí, así que se dispuso a marchar nuevamente, mientras el gran festín que se celebraba en su honor y en honor del rescatado.

- ¿A dónde vas, Istar? - se escuchó la voz de Sara a sus espaldas cuando preparaba su equipaje – ¿no te quedas a la celebración por tu triunfo y el regreso de mi padre?
- Me temo que no. Tengo otros asuntos que atender.
La chica se le acercó lentamente y lo tomó de la mano.
- No sabes cuanto te agradezco que lo haya traído a casa. Es lo único que me queda, no habría podido sobrevivir sin él. Gracias, de verdad.
- No tienes nada que agradecerme.
Ella le acarició un mechón de cabellos que sobresalían de la capucha que cubría su cabeza. Le sonrió y lo besó en la frente.
- Espero que encuentres lo que buscas, Istar.
- Gracias.
Y sin más que agregar, Harry recogió sus cosas y se marchó.

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